Los huevos de mil años
Las costumbres chinas siempre han destacado por ser un poco extravagantes, y esta no iba a ser menos. Estamos hablando de los huevos de mil años. Los chinos los llaman “pídàn”, ¿cómo son? Están recubiertos de barro, su clara es como una jalea parda transparente. Para finalizar esta, en un tono gris verdoso, la yema semisólida. |
Esta receta tradicional china es la forma más curiosa de preparar un huevo. Consiste en enterrar un huevo de pato en una mezcla de cal, barro, cenizas, sal, hierbas aromáticas y paja de arroz. El entorno con componentes alcalinos (muy solubles en agua) provoca la deshidratación de la clara a través de los poros de la cascara, convirtiéndola en una pasta traslucida y gelatinosa de color amarillento que acaba cuajando la yema. La capa de ceniza que rodea al huevo hace que la clara se vuelva negra. Los huevos pasan enterrados una media de 80 días y un mínimo de 10, aunque cuando más tiempo transcurra, mejor será el resultado. La textura es gelatinosa, el aroma recuerda al de un queso fuerte y normalmente se sirven cortados en rodajas, o con gachas de arroz y trocitos de carne de cerdo. En China son un alimento habitual y se venden en todos los mercados, en España sólo se pueden encontrar en restaurantes chinos “auténticos”. |
Así que ya sabéis, si no se os ocurre qué cocinar y queréis sorprender a vuestros invitados no lo dudéis, los huevos milenarios son la elección correcta. |